¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase? No eres capaz, no
vas a llegar, ¿para qué te molestas si ahí todos los que van son
profesionales?, es muy difícil con tan pocas plazas ¿vale la pena esforzarte
tanto? Si tú no vales para eso, nunca formarás una frase correcta en inglés,
siempre llegas la última en las carreras…
Y en los momentos de debilidad esas frases invaden tu
cabeza, la pereza, el ego, todos te hablan a la vez:
-Mira el día que hace, frío, llueve, el cielo está negro
¿para qué salir? ¿para qué entrenar hoy? Si total… no vas a llegar a ningún
sitio en esto, ¡quédate en casa!
Y por un momento duda, crees que no eres capaz, que no vale
la pena, que hoy no vas a llegar a la cima ¿tal vez otro día? Mañana igual sale
el solo y todo es más fácil…
Pero de repente te colocas las zapatillas y el cortavientos
y te lanzas a la calle, a enfrentarte a ese pico, a ese objetivo, a intentar
dejar atrás esa voz que te dice: no puedes… ¡abandona! déjalo ya… Corres tanto
como puedes, intentas dejar atrás esos fantasmas que tanto te ha costado
callar, y que vuelven a invadir tu cabeza para que flojees, para que caigas…
Sientes el frío que corta tus labios y tu cara, tienes los pies y las manos entumecidas,
tus ojos lloran con el aire. El día es oscuro y solo estas rodeada por nueves
negras.
Entonces tropiezas y caes, te das un buen revolcón, bajas a
la realidad, a tu realidad. Pero te levantas, porque aquí, como en la vida, caer
está permitido pero levantarse es obligatorio. Y entonces te preguntas ¿porqué
te refugias en la montaña?
Para mí la montaña es lo más parecido a la vida real… una
carrera contra ti mismo, contra el sol que se esconde en el horizonte y te deja
sin luz. La misma senda nunca es igual, da igual que hayas pasado mil veces por
ese camino, siempre es diferente, la semana pasada puede que hubiese tormenta y
un desprendimiento dejara alguna roca en el camino, o por el contrario lavara
toda la gravilla y esté limpio y despejado. Y entonces caes, caes 7 veces y te
levantas 8, te fijas en la piedra con la que has tropezado, la miras y la
estudias, aprendes cómo has de pasar la siguiente vez por el mismo camino sin
tropezar…
Llegas a la cima, has vencido, hoy has podido y te sientes
orgullosa, has vencido esos miedos y has aprendido algo, te has vuelto a
colocar en el camino, el “no puedes” cambia por un “tienes un gran potencial,
puedes con todo ¿por qué no?” y llegas a casa con un rayo de luz que te regala
la puesta de sol entre las nubes. Ese rayo de esperanza que te recuerda que no
eres la misma de ayer y que tampoco hoy serás la misma que mañana.
Nos vemos en los caminos.
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